En el último siglo, el planeta
tierra ha sido un torturado testigo del desarrollo tecnológico del hombre. Un
desarrollo que ha significado muerte y destrucción masiva al planeta que
llamamos hogar.
Irónicamente podemos darnos
cuenta que el hombre como especie, somos la más inadaptable de todas las
especies que han vivido en el planeta, sin considerar nuestro origen divino, o
Darwineano, podemos asegurar que el éxito de nuestro dominio tiene base en el
desarrollo de nuestra inteligencia.
Cabe mencionar que esta
inteligencia nos ha hecho la mejor y la peor especie que ha habitado este
hogar. Me refiero a la mejor, porque hemos aprovecha y usado el ambiente para
nuestro beneficio más que otras especies, y a lo peor, porque en ese uso
desmesurado e irresponsable hemos destruido en un siglo, lo que un ecosistema
tardó en formar en miles de años.
El brillo de la fama, el poder y
el dinero ha cegado tanto a los hombres sedientos de conocimientos; que con la
ingenuidad de Pandora que jugó con las maldades que azotaban al mundo antiguo
según los filósofos griegos, abren las puertas del conocimiento con el interés
de dominarlas aún sin tener razón o comprensión de su uso.
El hombre ahora como especie
dominante del planeta, se ha dado el derecho divino para decidir sobre el
futuro de las demás especies, acabando a razón de 23 especies por mes. Destruir
hábitat naturales en fracciones de tiempo de lo que la naturaleza lo creo,
catástrofes, corrupción, contaminación, y todos los defectos del hombre
repercuten en la naturaleza; que como una esponja absorbe cada día, cada hora,
nuestros hijastros mutantes, esperando el momento en que termine por explotar
con una fuerza que acabará con lo que conocemos ahora.
Efectos del uso de la tecnología
sobre la naturaleza
Es irónico observar como cada
descubrimiento que beneficia al hombre y hace que avance otras 100 años en el
conocimiento en apenas 1 hora, de por resultado la destrucción de miles de años
de trabajo realizado por la naturaleza en tan solo unos años; refiéreme con
ello a los grandes desastres que han atormentado la naturaleza.
La contaminación con plaguicidas,
los derrames de petróleo en el mar, los peligros de la radiación nuclear y los
incendios forestales amenazan a los ecosistemas de la Tierra. Es esencial para
la defensa de la vida en el planeta que se difundan y analicen los errores que
han llevado a situaciones de grave daño ecológico.
Los derrames de petróleo
Una de las mayores causas de la
contaminación oceánica son los derrames de petróleo. El 46% del petróleo y sus
derivados industriales que se vierten en el mar son residuos que vuelcan las
ciudades costeras. El mar es empleado como un muy accesible y barato depósito
de sustancias contaminantes, y la situación no cambiará mientras no existan controles
estrictos, con severas sanciones para los infractores.
El 13% de los derrames se debe a
accidentes que sufren los grandes barcos contenedores de petróleo, que por
negligencia de las autoridades y desinterés de las empresas petroleras
transportan el combustible en condiciones inadecuadas. En los últimos años,
algunos de los más espectaculares accidentes fueron el del buque-tanque Valdés
de la Exxon, ocurrido frente a las costas de Alaska el 24 de marzo de 1989, y
el del petrolero Mar Egeo, el 3 de diciembre de 1992, frente a la entrada del
puerto de La Coruña, en España. Otro 32% de los derrames proviene del lavado de
los tanques de los grandes buques que transportan este combustible.
Tanto los derrames de petróleo
como los incendios forestales afectan gravemente las cadenas tróficas de los
ecosistemas.
Los derrames ocasionan gran
mortandad de aves acuáticas, peces y otros seres vivos de los océanos. Esto
altera el equilibrio del ecosistema y modifica la cadena trófica. En las zonas
afectadas, se vuelven imposibles la pesca, la navegación y el aprovechamiento
de las playas con fines recreativos.
En los incendios forestales los
árboles no son los únicos perjudicados: muchos animales quedan atrapados en el
humo, mientras que otros migran.
Los Escapes Nucleares:
Ciertas sustancias propagan
energía al desintegrarse sus átomos, y también el calor residual -persistente
durante años- que generan. Ese fenómeno, conocido como radiactividad, es
particularmente intenso en el caso del plutonio.
En la actualidad, 424 centrales
nucleares instaladas en 25 países producen el 16% de la electricidad mundial.
Algunos países, como los Estados Unidos, presionados por el terrible accidente
de Chernobyl, han anulado los proyectos de construcción de nuevas plantas
nucleares.
La explosión registrada en
Chernobyl el 26 de abril de 1986 liberó gran cantidad de radiactividad. La nube
que se formó se desplazó a otros países, por la acción de los vientos. La zona
más contaminada comprendió unos 260.000 km2 de las ex repúblicas soviéticas de
Ucrania, Rusia y Belarús, y afectó de manera directa a 2.600.000 habitantes.
Las autoridades soviéticas sólo
admitieron oficialmente 31 víctimas, pero se calcula que las emisiones
radiactivas produjeron 32.000 muertos en los primeros diez años, y que 400.000
personas debieron ser desplazadas de sus lugares. La explosión del reactor
nuclear provocó terribles efectos en la salud de la población: aumento de la
mortalidad infantil, cáncer de tiroides, incremento de la cantidad de niños
nacidos con leucemia, malformaciones, tumores y otras afecciones, que se
transmitirán genéticamente. Además, el desastre causó la destrucción de
cosechas enteras y la contaminación de alimentos.
Las centrales nucleares tienen
elevados costos de construcción y mantenimiento, y además han demostrado no ser
lo suficientemente eficientes. De todas maneras, el desencadenante para el cese
de la construcción de algunas plantas en el mundo ha sido el accidente de
Chernobyl, Ucrania.
Otro problema relacionado con los
escapes nucleares, y no menos importante por sus consecuencias, es el destino
de los residuos radiactivos. En un principio se había optado por verterlos en
los fondos oceánicos. Pero pronto se demostró que el procedimiento era poco
seguro.
Se han buscado distintas
soluciones alternativas, y en la actualidad prosigue el debate. Tal vez el
mejor de los métodos propuestos sea el almacenamiento subterráneo, hermético y
sin término establecido.
Incendios forestales
Anualmente el hombre desmantela
cerca de 12.000.000 de hectáreas de bosque tropical. Sin embargo, esta
reducción no es la única que sufren las áreas forestales de nuestro planeta; a
ella debe agregarse la explotación desmedida que padecen otros tipos de bosques
y la pérdida que ocasionan los incendios.
Más de 7.000.000 de hectáreas de
selvas, bosques y matorrales se destruyen anualmente por esta causa. Entre los
factores que favorecen este fenómeno se encuentran las altas temperaturas, las
sequías y gran falta de humedad y los vientos fuertes y secos que contribuyen a
la dispersión del fuego. Lo que empieza siendo una chispa, rápidamente se
convierte en un foco de fuego que avanza y no se puede detener ni controlar.
En el modo de avance de un
incendio forestal se pueden distinguir tres sectores. El nivel más alto, el del
fuego que ocurre en la copa de los árboles, es decir donde están las ramas y
las hojas, es el de avance más rápido y el más difícil de controlar. A nivel
medio, donde crecen los arbustos, el fuego avanza menos rápidamente pero afecta
no sólo a éstos sino también al estrato herbáceo -malezas y matas-. En el nivel
inferior, por debajo del suelo, el avance se da a un ritmo mucho más lento,
pero el daño que ocasiona el fuego cuando llega a esta parte es mayor que en
cualquier otro nivel, ya que quema las raíces y carboniza el humus causando
pérdidas irreparables.
En muchas ocasiones los incendios
se originan de manera natural o a veces en forma controlada, pero, no en pocas
oportunidades estas catástrofes ocurren por descuido, en especial en zonas
turísticas naturales o en áreas protegidas donde el hombre vive en estrecho
contacto con la naturaleza haciendo campamentos y vida al aire libre.
La tecnología
Definimos a la tecnología como la
aplicación de conocimientos para transformar los recursos materiales en
productos que faciliten la realización de una tarea.
El uso del conocimiento aplicado,
es del uso exclusivo de la especie humana.
Así observamos como los
dinosaurios construyeron alguna vez nichos, a los castores construir presas, al
perro de pradera hacer madrigueras bajo la tierra, a las hormigas y termitas
hacer montículos de arena como antiguos castillos medievales, por mencionar
unos pocos.
El avance tecnológico de nuestros
días ha tenido un incremento radical. Podemos comparar el desarrollo
tecnológico del último año, con el desarrollo tecnológico ocurrido en la última
década, así al igual el desarrollo tecnológico de la última década con el
desarrollo tecnológico del siglo. Dando así un crecimiento exponencial
Propongo al lector de este ensayo
reflexionar sobre los siguientes puntos aquí propuestos:
La tecnología debe ser ambiental
Esta debe cuidar al hombre y a la
naturaleza no solo aprovechando al máximo sus recursos materiales y
energéticos, si no ambientales, haciéndose parte de un desarrollo sustentable
que pueda mantener o mejorar la naturaleza, no creando mutantes ni jugando con
ella, si no fortaleciéndola, y restaurando el equilibrio entre las especies.
La tecnología debe ser compartida
Debemos compartir el uso del
conocimiento, y no manejarlo como propio, como los países industrializados que
dan sus desechos a los países pobres, debemos cuidarlo y respetarlo, pero más
que nada compartirlo, ya que solo podremos avanzar si avanzamos junto como una
sociedad mundial, sin barreras ni escepticismos, sin yugos ni fronteras.